
Quiénes Somos
Sobre Nosotros

Kristof y Maio
Un poco de historia
Así comenzó todo… El día que convencí a mi novia de abrir un Club de Comedia!
Ese día en Paris...
Agosto 2015. Estabamos en Paris, a unos metros del Moulin Rouge y la plaza Pigalle, delante del portón de un teatrito llamado "Le Bout". Tenía capacidad para 40 personas, y tenía una escuelita de humor. Se generaba un clima hermoso en ese espacio. Yo, Kristof, quería que mi novia, Maio, lo pudiera sentir.
Compramos dos entradas y entramos. La salita estaba repleta. Por el tema del idioma ella no pudo entender mucho pero si pudo sentir el clima que había: cálido, íntimo y risas del principio a fin. Salimos de la función y le dije: "Eso es lo que quiero: un pequeño club de comedia, cálido y acogedor." Y me respondió: Tenemos que hacerlo!!!"
Búsqueda en Buenos Aires
Una Búsqueda Interminable
Armamos un plan de negocio, y comencé a buscar un local en Buenos Aires. ¡Me llevó 4 años! En el camino descubrí conceptos totalmente nuevos nuevos como teatro independiente, habilitación y zonificación. La búsqueda se convirtió en mi segunda naturaleza. Por ahí me encontraba con colegas de Stand Up y hacía preguntas fuera del lugar.
Ellos por ejemplo charlaban sobre su material o poder actuar en Comedy Central y yo preguntaba cosas cómo: "Cuantos metros tendrá esta sala?", "Y la salida de emergencia, donde está?" No descansaba hasta obtener una respuesta.
Un Subsuelo en la Calle Paraná
Un día encontré el aviso de un subsuelo en venta en la calle Paraná. Estaba en venta y alquiler al mismo tiempo. Las medidas parecían perfectas y tenía un muy buen precio (muy por debajo de todo lo que había visto hasta ese momento). Lo único que tenía en contra era una columna bastante mal ubicada. A esta altura ya había aprendido a no entusiasmarme demasiado hasta no ver el lugar. Hay mil razones por las cuales una propiedad puede no ser apta para el fin que estés buscando.
Un lugar muy bien puesto, se nota que se hizo con mucho esfuerzo y que fue un sueño hecho realidad. Atendido por sus dueños que le ponen muy buena onda para que la gente pase un buen rato y se divierta. Vale la pena visitarlo.
Martín Acosta